Educar es transmitir humanidad. Y ésta no es un programa ya establecido. Los animales o las plantas nacen programados para ser lo que son, el durazno es durazno y la pantera, pantera, sin haber ido a la escuela. Los humanos, al contrario nacemos abiertos, inacabados y para llegar a alcanzar la humanidad tenemos que contagiarnos de la de otros.
Ética para Amador, México, Planeta, 1998.
Uno de los motores que nos han hecho sobrevivir y evolucionar como especie es nuestra capacidad ancestral de transmitir conocimientos, por ello, la labor del maestro ha sido medular en el desarrollo del género humano.
Educar, más que una vocación, es un proyecto de vida. Un espléndido lazo que involucra una mirada plural. Entrega y reto. Reconocimiento, aprendizaje y legado para los que vienen detrás. Sitio de lucha y ternura, el aula es un horizonte de luz donde impulso, trabajo y energía transforman la soledad en misión cumplida y colaborativa.
Por eso, este 15 de mayo nos sumamos a la mística magisterial de todas las regiones del país y felicitamos a todos los maestros y maestras que, día con día, forjan una educación humanista, equitativa y solidaria. Porque ser maestro no es un trabajo fácil, se necesitan mucho esfuerzo, paciencia, dedicación, compromiso y responsabilidad para poder educar, formar y orientar, y para lograrlo se necesita además de la ayuda de los maestros la de los papás y la ayuda de los mismos estudiantes. El aula no es el único espacio físico que permite al maestro volcar en el alma y en la mente de niños y jóvenes, conocimientos, enseñanzas y valores.
A continuación un poquito de historia para fundamentar estos conocimientos:
Siendo presidente de la República Don Venustiano Carranza, firmó un decreto que declara a este día como el día del maestro. En 1917 dos diputados al Congreso de la Unión, el Coronel Benito Ramírez García y el Doctor Enrique Viesca Lobatón promovieron la instauración del día del maestro, presentando ante el Congreso de la Unión una iniciativa para que fuera instituido el Día del Maestro y además proponían que fuera el día 15 de mayo. Siendo aprobada esta propuesta el 27 de septiembre del mismo año. La primera conmemoración del Día del Maestro en México fue el 15 de Mayo de 1918.
Cabe mencionar que existen múltiples personajes a lo largo de la historia que con su intervención enriquecieron la educación, sus procedimientos y sus alcances. Entre ellos destaca José Vasconcelos que nació en la Ciudad de Oaxaca el 27 de febrero de 1882. En 1920 en el mes de junio, Adolfo de la Huerta le dio posesión como jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes. Fue en este cargo que José Vasconcelos impuso a la Universidad Nacional el lema “Por mi raza hablará el espíritu”.
Es el iniciador de las campañas de alfabetización y el principal impulsor de la construcción de escuelas y de la generosa política de acercamiento con los pueblos hispanoamericanos. Crea las comisiones culturales y envía a los maestros rurales por todo el país, reestructura la educación mexicana, mejora la Biblioteca Nacional y manda a construir el actual edificio de la Secretaría de Educación Pública.
Hombre de estado mexicano, profesor y apóstol, y uno de los maestros que han contribuido a la orientación de la joven generación de la América española; escritor cuyo nombre ha atravesado todas las fronteras -de México a Chile, pasando por la América Central-, y cuya aureola de noble pensador ha brillado también en Paris, aún antes de su llegada... es considerado como uno de los creadores de la nueva América, uno de los que mejor pueden ayudarla a encontrar su verdad, su ideal y el camino que a todo ello conduce." Se ha escrito de Vasconcelos que encarna el ideal totalizado, armonioso y preciso; él enseña la filosofía tonificante y exaltante de nuestros pueblos; él representa una parte de la conciencia del mundo.
Felicitamos a todas las maestras y maestros de México y compartimos con ellos unos fragmentos del filósofo Fernando Savater que nos da la certeza de que la educación es colocarse en el extremo contrario a la soledad y del lado de la esperanza.
Educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber qué la anima, en que hay cosas (símbolos, técnicas, valores, memorias, hechos...) que pueden ser sabidos y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento.